Deseo.
Tema lésbico secundario. Drama. España. 2002. 104 min. Director: Gerardo Vera. Intérpretes: Leonardo Sbaraglia, Leonor Watling, Cecilia Roth, Ernesto Alterio, Julio María Vázquez, Rosa María Sardá, Emilio Gutiérrez Caba, Gloria Muñoz, Jordi Bosch, Norma Aleandro.
Año 1945. Durante la Segunda Guerra Mundial, España es un hervidero de simpatizantes de Hitler que huyen de Alemania hacia Argentina, cuando ya empieza a hacerse notar que el destino de la guerra no parece estar de su lado. En Madrid, Pablo (Leonardo Sbaraglia) y Alina (Cecilia Roth) son unos germano-argentinos pro-nazis que se dedican a enviar a personajes alemanes de renombre hacia Sudamérica. En la casa de Pablo empieza a trabajar la española Elvira (Leonor Watling), como chica de la limpieza. Elvira, que es simpatizante del comunismo, y tiene a Julio (Ernesto Alterio), su marido, en la cárcel por cuestiones políticas, vive humildemente con su madre (Rosa María Sardá) y su hermana Raquel (María Vázquez). Su condición es de extremada pobreza y penuria, después de que la Guerra Civil Española les arrebatara al cabeza de familia y todos los bienes que tenían entonces.
Inicialmente Elvira lo desconoce todo de su nuevo jefe, Pablo. Todo parece lujoso para ella, los muebles de la casa, la comida que come el señor, la inmensa biblioteca repleta de viejos libros… Pero hay algo con lo que no contaba: a pesar de que Julio está a punto de salir de la cárcel, empieza a sentirse atraida por Pablo, por la seguridad y protección que cree sentir cuando está con él. El sentimiento es mutuo. Poco a poco ambos se dejarán llevar por el deseo, sin caer en la cuenta de que ideológicamente son completamente incompatibles.
Cabe destacar la presencia de Cecilia Roth, en el papel de Alina, la amiga lesbiana y compañera de misiones de Pablo. Alina tiene un aire de tigresa devoradora, que también intentará hincarle el diente a la guapa joven española. Por otro lado, Norma Aleandro hace un pequeño papel como la madre de Pablo. Por último, Rosa María Sardá, la madre de Elvira, no tiene ni una sola línea, pero su cara de viuda abatida por la muerte horrenda de su marido (asesinado en su presencia por los falangistas), lo dice todo.