Otro lado de la cama, El.
Temas gay, lésbico y bisexual secundarios. Comedia, Homofobia, Musical. España. 2002. 114 min. Director: Emilio Martínez Lázaro. Intérpretes: Paz Vega, Ernesto Alterio, Natalia Verbeke, Guillermo Toledo, María Esteve, Alberto San Juan, Geli Albadalejo, Ramón Barea, Carol Garrigues, Blanca Marsillach.
Comedia española con aires de musical a lo «Moulin Rouge», pero cutre, sin el glamour de la película de Luhrmann y con unos actores, que aunque dan la talla en cuanto al reto interpretativo, no les llegan ni a la suela de los zapatos de la Kidman y McGregor a la hora de ponerse a cantar éxitos del pop de otras décadas. Aun así, resulta bastante chocante ver un film español moderno con números musicales, coreografías y unas canciones cuyas letras, rescatadas del olvido del tiempo, encajan a la perfección en la historia.
Ésta se centra en un conjunto de amigos, dos parejas, formadas por Javier (Ernesto Alterio) y Sonia (la genial Paz Vega), y Pedro (Guillermo Toledo) y Paula (Natalia Verbeke). Todo parece ir genial para ellos hasta que, de repente, Paula deja a Pedro por otro hombre, sin desvelar su nombre. Pedro, desconsolado, va a llorarle en el hombro de su mejor amigo, Javier, sin sospechar siquiera que él es «el otro». La cosa se complicará cuado Pedro y Sonia también se sientan atraídos, con lo que el intercambio de parejas está servido.
No podemos dejar de mencionar a María Esteve, en el papel de Pilar, una chica parlanchina y con conversación para todo, que no dudará en enumerar todas las cosas que le gustan al primero que se le pone delante, aunque en el fondo es una romántica en busca de su hombre ideal. Aquí la Esteve realiza el mejor papel de la película, superando en calidad incluso a los cuatro protagonistas. Parece que se está especializando en este tipo de personajes, que nos hacen reír a carcajada limpia (por ejemplo, en la escena de la cena en el restaurante), pero que esperemos no se encasille.
¿Y por qué una película como ésta está en una página sobre Cine Gay y Lésbico, cuando se trata de dos parejas heteros que se intercambian las parejas? No penséis que Ernesto Alterio tiene algo que hacer con Guillermo Toledo, o que Paz Vega se lo monta con Natalia Verbeke. No. Sin embargo, desde el primer minuto de la película se nota que han intentado conseguir una integración de personajes gays y lesbianos dentro de esta historia completamente heterosexual, lo cual es de agradecer. Así por ejemplo destaca (aunque con pocas líneas de guión) el personaje de Lucía, la amiga lesbiana de Sonia, que colabora en Guirigay, el Colectivo de Gays y Lesbianas de Coslada y San Fernando de Henares (Madrid), llegando incluso a verse varias veces el logotipo del colectivo (que existe en la realidad). También hay que señalar que Lucía también acaba ligando con Jennifer, una jovencita menor de edad y llena de piercings. No sólo eso: el ex-novio de Paula resulta ser un chico mexicano que, tras su relación con ella, finalmente conoce al hombre de su vida.
Sin embargo, a pesar de todos estos acercamientos al público gay-lésbico y, sobre todo, a pesar de las buenas intenciones a la hora de contar personajes que entienden, me temo que, salvo el personaje de Sonia, los demás siguen cayendo en los tópicos de siempre, a saber: las lesbianas son unas bolleras que llevan el pelo corto y camisas de cuadros, mientras que los gays son todos unos promiscuos. ¡¡Por favor!! Reconozco que sentí ganas de marcharme cuando escuché esto en el cine, puesto que me pareció una oportunidad completamente desperdiciada para enseñarle a esta sociedad española tan homófoba quiénes y cómo somos en realidad los gays y las lesbianas de este país. Tampoco hay que olvidar el acto de homofobia gratuita que debe sufrir Lucía: en un acto de venganza, pensando que se ha liado con Sonia, Javier y sus amigotes le llenan la puerta de su casa de pintadas haciéndole un «outing», mientras que llenan las paredes de Guirigay con frases diciendo que ella es hetero. Esta cal y esta arena no son equivalentes, a pesar de que parece que los guionistas quieren ser imparciales y equilibrados en este asunto, puesto que, mientras el primero es un acto despreciable lleno de homofobia al querer avergonzar a la chica por ser lesbiana, el otro simplemente consigue «normalizar» su situación al integrarla dentro de la mayoría heterosexual. La reacción de desprecio de un compañero de Guirigay al saber que «les ha engañado» resulta de lo más irreal, puesto que los gays y las lesbianas nos caracterizamos por ser más respetuosos y tolerantes con la diversidad sexual de los demás.
Así que, haciendo balance entre una historia más o menos divertida, con unos números musicales muy mediocres, y bastantes guiños pero también puñaladas traperas hacia el público gay-lésbico, esta película resulta una gran decepción. Por muchos premios que le den a esta película (triunfó en el Festival de Cine de Málaga), para mí siempre será otra de tantas y tantas para olvidar, porque los gays y las lesbianas no somos tontos y nos damos cuenta de cuándo nos están tomando el pelo.