Casposa película con la típica moralina antihomosexual del cine de los años 60. Da vergüenza ajena encontrar aquí a la genial Audrey Hepburn, que deleitó a tant@s con su estupenda interpretación en «My fair lady».

La historia se centra en la vida de dos buenas amigas, Karen Wright (Audrey Hepburn) y Martha Dobie (Shirley MacLaine), que con el esfuerzo de muchos años, han conseguido montar la Escuela Dobie-Wright Para Niñas, donde ellas mismas enseñan, aparte de hacer la comida y lavar la ropa. Karen tiene un novio, el Doctor Joe Cardin (James Garner), con el que pretende casarse pronto. Sin embargo, Martha siempre le pide que lo retrasen, porque eso significaría que ella se quedaría sola al frente de la escuela.

A raíz de un malentendido, una alumna traviesa le dice a su abuela que Karen y Martha son amantes. Enseguida la noticia corre como la pólvora entre los diferentes padres, y en cuestión de un día, el tan próspero negocio se desmorona porque se quedan sin niñas.

Karen y Martha están desoladas y desconcertadas, porque no tienen ni idea de qué ha podido pasar. Entonces se enteran de que las han acusado de ser lesbianas, algo que consideran una calumnia.

El decepcionante final queda enmarcado dentro de la tónica habitual del cine de la época, que podríamos resumir en la frase: «¡Oh, qué pena, es homosexual! ¡Que muera, que muera, que muera!». Por cierto, ¿no es un poco insultante que el personaje de la Hepburn, la gran heterosexual-con-novio de la película, se apellide «Wright» (que suena como «Right» o «Correcto»)?