¿Qué tiene que ver la vida de Jesucristo con la de una pareja de gays? Esto que aparentemente no está relacionado, forma la tesis fundamental de esta obra del director Derek Jarman, que nos presenta una película onírica, en la que apenas tienen cabida las palabras, y donde la imagen y la música tienen un valor imprescindible. Desde luego, los orígenes de la religión cristiano-católica son revisados a fondo, en un afán, suponemos, reconciliador con los temas relacionados con la homosexualidad.

Mezclando imágenes de flores del campo, barcas de pescadores, las miradas de Tilda Swinton interpretando a la Virgen, la pareja de gays guapos y tiernos, que se casan y adoptan un bebé, y sobre todo, la homofobia que mancha a otros gays (la escena de la sauna gay recuerda al juicio de Jesús en el Sanedrín), las metáforas (la coronación de espinas con mermelada y plumas), el vídeo musical «Think Pink» («Piensa en Rosa»), una drag-queen linchada a modo de prostituta del Evangelio del tipo «Que tire la primera piedra…», una actuación de flamenco, un diablo tentador, un bautismo homoerótico, una crucifixión doble y una resurrección, esperanza, desesperanza, palabras de tristeza como claro preludio de la pandemia del sida… Todos estos detalles conforman un análisis concienzudo de los pilares de la cristiandad así como de la postura tradicional de la sociedad occidental hacia los homosexuales.